Neuroderechos para salvaguardar la esencia humana
La neurociencia, ese conjunto de técnicas que nos permiten estudiar el sistema nervioso, no es algo nuevo, nace con Santiago Ramón y Cajal a principios del siglo pasado; pero lo que sí es novedoso y llamativo es la rápida evolución que están teniendo las técnicas que nos permiten grabar, interpretar y alterar la actividad cerebral, y analizar lo que afecta a elementos esenciales del comportamiento; sobre todo desde la irrupción de la inteligencia artificial.
Los avances de la digitalización, aparte de generar grandes y positivas expectativas médicas, han hecho saltar las alarmas ante la posibilidad de que sean utilizados para manipular la voluntad de las personas. Como ese riesgo existe, desde el Observatorio de Derechos Digitales pretendemos vigilar, alertar y poner coto al uso malintencionado de la neurotecnología a través de una firme defensa de los neuroderechos.
Estos nuevos derechos humanos para proteger la información que procede del cerebro son vitales para mantener nuestra actividad mental y cognitiva libre de manipulaciones espurias, sean de individuos, empresas o gobiernos. Aunque todavía hay una brecha considerable entre el desarrollo de la capacidad de conocer, asimilar y conservar la información del cerebro; y las posibilidades de influir sobre la personalidad y el comportamiento, esta amenaza crece y, sin caer en el alarmismo, requiere una respuesta ética y jurídica.
Desde la Fundación Hermes como parte del Observatorio de Derechos digitales, enfatizamos la necesidad de salvaguardar el derecho a la privacidad de los datos cerebrales ante la avalancha de información recopilada por los dispositivos de uso personal y que acaba en manos de organizaciones públicas o privadas. Muchas veces, esos datos se almacenan fuera del país en los que han sido recopilados, perdiéndose la pista y el control sobre estos.
Entre otras medidas, promovemos la implementación de un doble consentimiento sobre los datos cerebrales: primero se acepta el tratamiento de la información y, en un segundo paso, su uso concreto o a la puesta a disposición de estos en manos de terceros. Incluso planteamos el consentimiento continuo, que obliga a renovarlo periódicamente, pudiendo revocarse cuando se desee. Estas pautas para proteger el anonimato permiten recopilar datos útiles con fines estadísticos, como conocer tendencias sociales, sin identificar a personas determinadas.
Aunque pueda pensarse que estos intereses están ya reconocidos en sentido general, la reivindicación de los neuroderechos como una categoría singular es necesaria para evitar que la protección sea difusa o temporal. Es imprescindible una regulación de la neurotecnología que fuerce a las organizaciones a respetar sus implicaciones éticas y evitar las amenazas sobre el cerebro humano.
Este va a ser solo uno de los temas que abordará este Observatorio dentro de su promoción de la Carta Española de Derechos Digitales. La protección de los derechos fundamentales en el entorno digital es una responsabilidad que nos implica a todos como sociedad. Desde el Observatorio de Derechos Digitales, trabajamos para acercar estos derechos a la ciudadanía, fomentando que los haga suyos y participe activamente en su defensa. A través de una colaboración público-privada, buscamos garantizar un progreso tecnológico que respete la dignidad humana. Nuestro objetivo es construir un legado de desarrollo digital justo, inclusivo y equitativo para las generaciones futuras.