Ante el jaque a los derechos digitales en la encrucijada global

En un mundo donde la Inteligencia Artificial (IA) avanza a un ritmo vertiginoso, y la geopolítica junto a las grandes potencias tecnológicas marcan las reglas del juego, la protección de los derechos digitales se ha convertido en una cuestión crucial.
La Unión Europea, con su apuesta por la "tercera vía", busca equilibrar la innovación y el desarrollo tecnológico con la preservación de los Derechos Fundamentales. Sin embargo, la coyuntura mundial actual amenaza seriamente estos derechos, lo que exige una respuesta firme y estratégica.
El ecosistema digital europeo se encuentra atrapado entre dos modelos tan antagónicos como imperialistas. Por un lado, el enfoque totalitario de China, donde el control estatal sobre la tecnología sitúa al estado por encima del individuo.
Por otro, el modelo ultraliberal de Estados Unidos, donde tras la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y Elon Musk, las grandes corporaciones tecnológicas imponen su propia agenda inclinando la balanza hacia la desregulación extrema, lo cual se traduce que están más pendientes de ver quién llega antes, que de gestionar y atender responsablemente los riesgos.
En la UE, en cambio, se decidió apostar por un modelo basado en el humanismo tecnológico que impulsa la innovación y el desarrollo tecnológico protegiendo a la vez los Derechos Fundamentales. Acertar con el grado de intensidad de este modelo de gobernanza y de regulación responsable será clave para determinar cuál va a ser el rol de Europa en el mercado global y para el futuro de todos nosotros.
Además, deberá resolver urgentemente la falta de inversión centralizada, y la fragmentación del ecosistema europeo, que ha venido impidiendo un desarrollo ágil y coordinado, y por otro lado la burocracia que puede obstaculizar la competitividad europea en la carrera global por la IA. Con el reciente anuncio de InvestAI, una macroinversión de 200.000 millones de euros, y con síntomas de levantar el pie del acelerador de la regulación (con la reciente retirada de la Directiva de la ePrivacy, y de la Directiva de la Responsabilidad de la IA) la UE tiene una oportunidad única (y posiblemente la última) para impulsar un ecosistema tecnológico robusto y razonablemente competitivo, no para llegar los primeros, pero sí para ser los mejores.
El ejemplo del CERN demuestra que Europa puede liderar en ciencia y tecnología cuando se prioriza la cooperación sobre las diferencias nacionales. Un enfoque similar es necesario en el ámbito digital en un momento en que casos como el de DeepSeek nos demuestran que todavía es posible atajar la desventaja siempre y cuando la UE reaccione con agilidad si no quiere quedar rezagada en esta carrera.
IA confiable y responsable: el diferencial competitivo
La IA no es solo una cuestión de competitividad económica, sino un elemento clave de soberanía estratégica y supervivencia democrática. La creciente polarización y el auge de populismos de distintos signos evidencian que los derechos digitales son más que simples garantías individuales; son pilares esenciales para la estabilidad de las democracias liberales.
Para mantener este equilibrio, es fundamental que las organizaciones adopten modelos de IA confiables y responsables. La confianza en la tecnología no solo es un imperativo ético, sino un factor clave de diferenciación positiva en el mercado. En un futuro cercano, las soluciones tecnológicas que no sean confiables y responsables, acabarán siendo relegadas, y superadas o sustituidas por las que sí lo sean.
En este contexto, en la undécima edición del Congreso Internacional de Derecho Digital de ENATIC hemos presentado un ambicioso proyecto, liderado junto con Red.es por seis organizaciones (ENATIC, Consejo de la Abogacía Española, Fundación ESYS, ISMS Forum, ICMedia y el Colegio de Registradores de España) para impulsar la Carta de Derechos Digitales en el apartado de "Libertad, privacidad y seguridad en el entorno digital" en el marco del programa Derechos Digitales.

Un ámbito crucial para la ciudadanía que tiene entre sus objetivos garantizar un entorno digital seguro y accesible para todos; desarrollar soluciones efectivas para la protección de colectivos vulnerables, con especial énfasis en menores y personas mayores; fomentar la alfabetización digital y la educación en derechos digitales, con programas específicos para distintos sectores de la población; y consolidar una red de intercambio de conocimiento, promoviendo el diálogo entre instituciones, empresas y la sociedad civil.
Esta iniciativa responde a la necesidad de un modelo de digitalización humanista, en el que la tecnología esté al servicio de las personas y no al revés.
La coyuntura global es crítica para el futuro de los derechos digitales. Si bien la Unión Europea debe reforzar su estrategia para evitar que la fragmentación y la falta de inversión nos dejen fuera de juego, su modelo representa la opción más inteligente y responsable a medio largo plazo, apostando por un entorno digital donde la innovación y los derechos digitales puedan coexistir. Porque el destino de la humanidad en la era de la Inteligencia Artificial será garantizando los derechos digitales y atendiendo los riesgos de manera responsable, o no será.
